jueves, 17 de octubre de 2019

LXII - Cadiz artificial de congelador

Incluso bajo la lluvia,
el papel mojado puede contener
algo de su antigua poesía.

Como el ascua de los viejos fuegos,
que sin apagar enterramos
bajo unas trémulas cenizas.
Sea lo que fuere

Para volver a arder con sus letras el mundo.
Reconstruir Babel con pies de arcilla
Volver a ser un gran incendio,
o poseer tal vez el estigma de la cerilla.

Y mientras, en el bolsillo una colilla
En las cavernas, hidromiel
y las eternas sativicas compañias.
Te harán tropezar mas de una vez.

Levante frio para el explorador trasnochado
resaca de lenguas y metales ahora grasientos.
Arroyos secos que atras quedan en este otoño lejano
Palabras que al final, se las llevará el viento.

Y las gaviotas ríen (vaya si lo hacen)
20 años o más, de apuestas y viajes
harán guasa al mar, de sus costumbres
y lo conocerán al fin nativos, extraños y guajes.

esto es una historia provisional.
Palabras, palabras y palabras
huecas de voz en tu mano alumbras
faltas de calor por ella aullas
necesidad que de sabor y olor no encuentras.

Y en San Martín el francés pagará el vino,
el divino copón de la hostia puta,
en la vejez reirá el último supongo,
el diablo aunque sera más por su experiencia.

Paciencia, que es la unica ciencia,
desde progenitores ancianos heredada
la brújula de mi estancia ahora anodina,
estropeado engranaje que de a diario falla

Y bajo el ahora desconocido y soterrado
viejo calor resguardado de estas ascuas,
esconderá pues en cenizas de palabras
la incertidumbre de letras sobre papel mojado.






Raiben

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