jueves, 3 de abril de 2014

XIX - Soberbia

No se por qué, a veces concibo mi estilo de vida como vacío.
Siempre repitiendo un mismo papel, en lugares siempre similares, con actores repetidos, en diversas formas.
Buscando las malditas maquinitas, como diría mi viejo para mantener el cerebro en "Stand By" y no pensar demasiado, sin tener por otra parte gran cosa en lo que pensar.

Mi única visitante apreciada es la música, quizás como escape imaginativo cuando uno cierra los ojos, imaginándose lo que quiera que tal canción sugiera.

Aunque últimamente esta tiende a repetirse también.

Como algunos de ustedes estarán hartos de oírme, siempre digo que la vida es como una rueda que gira (símil obtenido en 100 años de Soledad), siempre hacia delante, siempre avanzando pero, cada vez que se comete un error, hay que volver a pasar por él hasta que este se corrija, y pueda continuar su eterno rodaje.

¿En qué me estaré equivocando entonces, para tener esta sensación de estar andando en círculos hacia ninguna parte?

Aqui una por poner
Veo gente a mi alrededor, con sus pequeñas motivaciones, deambulando d'aqui para allá, siempre sonrientes, o con gesto de complacencia hacia la vida que llevan.

¿Son seres mas simples, o están satisfechos con la vida que llevan? ¿Qué se les pasa por la mente?

También aprecio gente atrapada en sus propias tormentas, mas eternas que el huracán de Júpiter, siempre con su mirada gacha, esquiva, ocultas tras una máscara mas o menos artificial que se pone uno nada mas despertarse, pero nada escapa al ojo del soñador.


Últimamente, no se por qué, a veces no comprendo mi vida, ni a mi mismo.
El levantarse todos los días, estudiar, trabajar (no, no te rías), comer, pasar horas vacías, y dormir.
Sin motivación, sin necesidad. Simple rutina impuesta.

A veces encuentro un placebo en pequeñas visitas, en ínfimos viajes de cruzar la calle de enfrente y echar un poco de vicio y risas enlatadas... y una vez que estas acaban... ¿Qué?

Los risueños vuelven a su alegre vida, de un lado a otro, los tormentosos vuelven a pintarse sus máscaras y yo vuelvo a la calle, nocturna, sin ruidos, sin gente.

Un momento precioso, un ratito por el que todo el mundo se desactiva y soy el único ser consciente que camina.

Seré feliz en la soledad de un mundo vacío.

Pero esos seres, vuelven con el día, a moverse, a inquietar, a banalizar el mundo con su vida marcada por pautas ridículas. Hablar hablar hablar y hablar sin sentido, sin ganancia, sin aprendizaje. 

Eso son sus vidas para mi.

Y esta gente, engendrará versiones minúsculas de si mismos, menos rellenas de esencia aun, pero mas parlantes, mas gritonas, y mas inquietas, molestando ahora, de aquí para allá.

"Los que no saben, enseñan"

Y yo, vaciándome día a día, hora a hora.



Raiben