Sudor mio, sudor tuyo, almizcle de vida y sueño.
Como el humo del cigarro se entrelazan los dedos.
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La tierra tiembla, con los estertores del moribundo.
Paso acompasado, baile antiguo carnal y sincero.
Con la danza de la vida, anochecen los sureños.
Perlas que miran con hambre de perros
Mordiscos que dañan el alma por dentro.
Termina el verano, empieza el invierno.
Ánimas que saltan de cuerpo en cuerpo,
actos mas negros que las plumas de cuervo.
Y sin embargo, aquí estamos,
en el fin del mundo sonriendo.
Piel curtida a golpes de cuero, que añora
el pellejo moteado del guepardo, y aflora
la fauna salvaje del instinto primigenio.
Fuegos fatuos de los cuerpos,
que anuncian en su muerto crujir
la muestra viva y pura del deseo.
Lento y rápido sufrir, terremoto viejo
trastoque cutáneo cual gato en los tejos
Se apagan las estrellas, llega el dia nuevo
la manta cae de los cuerpos al suelo.
Roto el momento, apagada la colilla
y limpiado el cenicero.
Todo acaba como empieza, del cien al cero.
Y sin embargo, aquí estamos,
en el fin del mundo sonriendo.
Raiben