jueves, 27 de noviembre de 2014

XXX - De dentro hacia afuera

Si, soy un cínico de campeonato
cabrón con corazón de feldespato
de pulmones negros cual asfalto
exiliado a un lugar apartado.

Puedo tener el alma negra,
mas nací limpio de amargura
y ha sido esta vida perra
Yo también me he reído en la cara del diablo
la que me la ha vuelto oscura.

He cogido asco a lo cotidiano,
si me salgo del guión me pierdo,
mas ya lo tengo todo preparado
pa cuando vuelva de mi entierro.

Si pudiera definirme en un vocablo
diría "capullo" sin dudarlo.
No es por maldad, de eso no hablo,
es que siempre la lio en algo.

Si por mi fuera me cambiaba
corazón, mente incluso alma
y a la basura los tiraba
si eso mis errores arreglara.

Pero qué carajo estoy diciendo
yo me quiero, o al menos adapto
y si crees que estoy mintiendo
vete a lo antes mencionado.

En resumen, soy un angel caido
me cortaron a ras las alas
y tengo el corazón derretido.
Pero está por terminar el partido.

Le reto a un duelo de miradas
a un baile eterno sin palabras,
y apostar el alma en un suspiro
mientras permanece la puerta cerrada.





Raiben

miércoles, 12 de noviembre de 2014

XXIX - La caverna de Savoraim

En una calle llena de cotorras
ocultada tras un portón desvencijado
existía una caverna humeante
llena de verdades y encanto.

En ella ha habido guerras
y tratados de paz momentáneos
ha habido miles de risas y abrazos
10 personas y una ratón educado.

Canciones guitarreiras de verano
planes cerveceros a la lluvia
gritos al piano de tecla enervada
y bailes quietos de sillón manchado.

En esa casa se oculta un fantasma
Nostalgia nostalgiosa
entre los cactus y las plantas muertas
había incluso una tele de plasma
ahora de todo eso nada queda.

Del paraíso muchas fotos al recuerdo,
las canciones en un viejo móvil tirado
y en un bloc escritas mis canciones
para tocar en mi funeral algún tarado.

En un patio otrora lleno de gorriones,
hoy se llena del barro de los tejados
cual Macondo a final de su historia,
tras un ventanal mal colocado.

Subiendo los escalones
hay una capsula del tiempo
de queridos viejos olores
y ronquidos cavernarios.

En una calle muy ruidosa
tiene un servidor su palacio
no es grande ni lujoso,
ni siquiera bien pintado.

Pero es un rincón de la memoria
un buen escudo ante el invierno
mil pensamientos en una hora
hasta echar llave al candado.

Ya no habrá gazpacho en la nevera
ni "patatah a tó montón" pa celebrarlo
pero aún en la vejez de mis miserias,
querré para siempre recordarlo.





Raiben

XXVIII - Flores de cartón

Tengo flores de cartón
guardadas en mi cartera
esperando una canción
o tal vez la primavera.

Tengo un arma en el sillón
Nada que ver, todo por oir
en mi casa abandonada
es un boli en un limón
para anotar gilindronadas.

Tengo siempre el corazón
metido en una bolsita
que temiendo la presión
escapó del pecho un día.

Tengo un tango bailarín
ensayado en mi libreta
y lo bailo con buen son
cuando no hay quien me vea.

Tengo una sonrisa inerme
castigada en un rincón
por nunca venir a verme
cuando tengo la razón

Nadie sabe lo que tengo,
y realmente nada me queda
pues lo lancé por el balcón
en un acto de defensa.

Tengo flores de cartón
tiradas en la basura
se murieron con el frío
y ya ni hojas le quedan





Raiben

XXVII - No es oreja para pendientes

De un tiempo a esta parte, me cuesta bastante conciliar el sueño,
aunque siempre he sido un poco (bastante) noctámbulo todo hay que decirlo.

Es como un miedo a cerrar los ojos y aparecer en "mis" lugares y momentos idílicos,
ese miedo a despertar luego en un cuarto, con olor rancio a tabaco, con la boca hecha un cenicero
los pulmones con apariencia de autopista transitada por siglos de coches y el corazón desecho en humedales de ceniza, esputos y la desgana de levantarse un día mas.

Recuerdo una historia que vi en televisión una vez, en ella un tipo con apariencia de Conde de Montecristo descubrió que en sus sueños su amada fallecida se le aparecía, y eran tan reales y vividos que al final, decidió morir soñando, para mantener esa "segunda vida" hasta el fin de sus días.

Aun así no sueño, no puedo hacerlo y de haber sido al contrario no he podido recordarlos.
Mis noches, al igual que mis días se encuentran vacíos de guión.
El tabaco, como único e inseparable compañero, siempre está ahí, ahumando mis ojos de tal manera que llevo meses sin ver el sol, si es que sigue saliendo tras una ventana siempre cerrada.

Y aquí estoy, un día mas, un mes mas, un año mas, en una ciudad que me es extraña, con un estilo de vida sin argumento.

Como por apetencia, una vez o dos al día, según se tercie mi nicotinado estómago, regado a base de agua caliginosa y cerveza a partes desiguales y ennublo mi atención en vicios de poco calibre y hojas a medio borrar esperando el fin de la semana.

Y de nuevo a viajar, a volver al terruño, a las calles vacías entre la niebla nocturna que solo yo transito a horarios no muy bien considerados, acompañado de mas cigarros y música acorde al estado de animo de ese momento, que suele ser el mismo de siempre.

La verdad que le he cogido cariño a mi condición, una especie de necesidad melancólica de amor-odio, ya que, (llamenme masoquista) le he cogido gusto a que no me acompañe ni mi sombra, y no escuchar mas conversación que la queda sucesión de mis respiraciones.

A veces, como por mística necesidad, me levanto de la cama, me vuelvo a vestir y subo a la terraza, donde la gata se asoma hasta asegurarse de que no traigo comida para ella y vuelve escaleras abajo al almacén.

Allí, entre Zeppelins y Floyds consumo mis barritas de cáncer mirando al horizonte, a ese pequeño pueblo oscuro y silencioso en la noche, mientras el viento arrecia el chaquetón echado sobre mis hombros y me tomo algo frió sacado de la nevera, como probando mi fuerza contra los elementos.

Y es en esa terraza, ese "trocito de Eden" marchitado por el invierno, ese lugar donde las estaciones han bailado a mi son una y otra vez de distintas formas donde, al caer el sol, me siento "en casa".

Una vez satisfecho mi aparato de alquitrán, desciendo otra vez a la oscuridad de la habitación, a esa cama marcada con mi olor a través de los lustros, y una vez mas, cierro los ojos por unos momentos...





Raiben

miércoles, 5 de noviembre de 2014

XXVI - Il sogno di una notte di verano

El ser humano, y la maravillosa habilidad para reciclarse a si mismo.
Para volverse a recuperar, habiéndose caído al puro abismo.
Su habilidad de sonreír, en la situación mas desastrosa
de caer una vez mas y levantarse alguna otra
de engrandecer inmensamente lo pequeño
endurecerse a si mismo como un leño
de crecer y aprender a cada paso
de llorar como un muchacho
desarrollarse cual planta
si su miedo espanta
Musiqueo de siempre
y poder terminarse
tal cual un sueño.




Despertar




Con nueva sonrisa
levantarse sin prisas
con su andar tambaleante
y en su lento tropezar constante
descubrir que lo maravilloso de la vida
no ocurre (mientras pasa) en un somero día
se ve mirando atrás, pues el retrovisor siempre indica
que siempre lo pasado y vivido fue mejor ¡JA! que mentira.
Lo que pienses ahora, verde o negro, usted no sea sufriente
que ya sabe, que lo mejor está por llegar, quien lo niegue, miente.






Raiben

XXV - Querer no es poder, pero es un buen comienzo.

Quería escribir algo destructivo
algo insultante, procaz y despectivo,
que doliese, que moleste, agresivo
pero descubrí que no era productivo.

Quise relatar aquí mis penuriales,
mis vivencias de mortajas vivenciales
escupir mis sentimientos presenciales,
http://www.youtube.com/watch?v=S5_J6YBDwYs
pero yo no soy de estos retales.

Quiero de cenizas crear algo decente,
reconstruirme el esqueleto enteramente
de mis ruinas renacer incandescente
expiar toda la mierda de mi mente.

Seguir vivo en este mundo cambiante
mirar tus dos estrellas desafiante
reírme de las armas que me lancen
mientras pueda al día siguiente levantarme.

Querré volver a sonreír cual calavera
volar cual gorrión en primavera
besar como si fuera vez primera
y amanecer todos los días a tu vera.

Poder tocar momentáneamente el cielo,
morder la fruta prohibida del deseo,
sentir la brisa en mi poco pelo
y poder decir sin miedo, que te quiero.





Raiben

martes, 4 de noviembre de 2014

XXIV - Soyneto inexistente

Soy frió, soy muy cruel
cual caricia, viento y miel,
Soy distante, soy borroso
soy un pedrusco mohoso.

Soy íntegro pero estoy roto;
tengo mente de chalado.
Soy Dionisos, soy Apolo
parezco ventanal destartalado.

Soy cálido, soy ardiente
símil de árbol o simiente,
Soy atún, soy berberecho,
un trozo de vida maltrecho.

Soy aquí, o soy allá
de ti y ningún lugar,
Soy listo, soy artero
fui estrella, hoy agujero.

Soy mudo pero canto
no sonrió pero amo
http://www.youtube.com/watch?v=t1iri1gDVHw
estoy muerto pero ando
y disfruto mientras tanto.

Soy dulce como lagrima
y salado cual abrojo
Soy menudo cual cetáceo
y gigante cual átomo.

Solo lloro cuando rió
soy risueño a la inversa
pues cuando todo es serio
algo en mi se tergiversa.

Soy un reloj un tanto roto
marco la hora en letras
ando bocarriba de cabeza
y gusto de correr despacio.

Fui algo que hoy sería
soy algo que seré
siendo algo que ya fuese
era lo que fuimos una vez.

Soy eterno en un segundo;
universo de habitación.
Soy bajito cual montaña
mas alto que un  escalón.

Soy peñasco en el camino,
recuerdo del alzheimer.
Soy un cáncer de hígado
o el alimento del hambre.

Soy y he sido muchas cosas
y por sentir, aun he de ser,
mas ahora dime tu, ahí enfrente
El día de mañana, ¿que he de ser?






Raiben

XXIII - El vuelo

Había un pájaro que iba volando
de un lado a otro siempre cantando
silbaba melodías de mucho encanto
y a la naturaleza alaba con tal canto.

Un día escuchó un silbido similar
una melodía encumbrada del amar
y dirigiéndose hacia el origen
un nido el jilguero fue a encontrar.

Queriéndose aprender esa canción
el nido durante un tiempo rondó
invitándole tal canto a allí quedarse
por un tiempo de su vuelo errante
                                       se cansó}

Cual sería sorpresa del gorrión
que aprendido el cancionero
intentando alzar el vuelo
http://www.youtube.com/watch?v=ZhSqWgRzhVA
al duro suelo se cayó.

Sin poder surcar ahora el mundo
con la voz ahora queda, sin su canto
su corazón maltrecho por ser tonto
allí de hambre y frío sobre el mundo

Allí su breve vida, se extinguió


Y aquí termina el relato del jilguero
que por abandonar su tranquilo vuelo
aprendió lecciones y vivencias
"que tal cual alto uno vuela
aun mas duro estará el suelo"
y pues a todos la muerte llega
aquí descansa, un triguero.





Raiben